jueves, 12 de diciembre de 2024

Diferencias y conexiones teológicas entre la remoción del pecado en Éxodo 34:6-7 y el Salmo 51 según la LXX

 Diferencias y conexiones teológicas entre la remoción del pecado en Éxodo 34:6-7 y el Salmo 51 según la LXX

La Biblia presenta múltiples perspectivas sobre el pecado y su solución, expresadas con diversos matices lingüísticos y teológicos. Dos pasajes que ilustran estas diferencias y conexiones son Éxodo 34:6-7 y el Salmo 51 (50 LXX). Mientras el primero retrata a Dios proclamando su carácter y disposición a perdonar, el segundo es el clamor del salmista por ser limpiado y restaurado tras un grave pecado. En la Septuaginta (LXX), la selección de términos griegos para traducir el hebreo resalta diferentes aspectos del perdón divino. Este ensayo explorará las diferencias y conexiones teológicas entre la descripción del tratamiento del pecado en Éxodo 34:6-7 y el Salmo 51, analizando los términos clave utilizados en la LXX.

El contexto y su relevancia en la comprensión del perdón divino

Éxodo 34:6-7 se ubica en el contexto de la renovación del pacto tras el incidente del becerro de oro (Éx 32). El pecado de la idolatría representaba una grave infracción contra el pacto recién establecido entre Dios e Israel, rompiendo la confianza que debía sustentar la relación. En medio de esta crisis, Dios se revela a Moisés proclamando su Nombre y su carácter: “¡Yahvé, Yahvé!, Dios compasivo y clemente, lento para la ira, grande en misericordia y verdad, que guarda misericordia a millares, que perdona la iniquidad, la transgresión y el pecado…” (Éx 34:6-7). Este momento crucial afirma que la restauración del pueblo no depende de nuevos sacrificios o ritos adicionales, sino de la esencia misma de Dios, quien es capaz de “remover” el pecado.

Por otro lado, el Salmo 51 proviene de un contexto personal e íntimo. Tradicionalmente vinculado al pecado de David con Betsabé y el asesinato de Urías (2 Sam 11-12), el salmo expresa la angustia del individuo consciente de su propia culpa. A diferencia del pueblo en el Sinaí, cuya restauración la inicia Dios proclamando su carácter, el salmista se vuelve activamente hacia Dios, suplicando limpieza, purificación y restauración interior. Aquí, no se trata únicamente del ordenamiento institucional del pacto, sino de la transformación del corazón y la renovación de la comunión con el Creador.

El término ἀφαιρέω (aphaireō) en Éxodo 34:6-7: acción soberana y unilateral de Dios

En la LXX, la palabra griega clave en Éxodo 34:6-7 es ἀφαιρέω (aphaireō), utilizada para traducir el verbo hebreo נָשָׂא (nāśāʾ). Este verbo hebreo tiene el sentido fundamental de “alzar” o “llevar”; aplicado al pecado, la idea es que Dios se lo “carga” o lo “remueve”. El acto divino descrito no es simplemente un mirar a otro lado; es una acción efectiva donde Dios retira la carga del pecado del culpable, asumiendo así una iniciativa soberana.

El uso de ἀφαιρέω realza que el perdón divino aquí no se enmarca en un contexto de ritual o acción humana, sino que es la gracia activa de Dios que libera al transgresor. Tras el grave pecado de la idolatría, Dios no ordena un sacrificio especial. La renovación del pacto se funda en el carácter misericordioso y fiel que Él mismo proclama. Por ende, la remoción del pecado no es una respuesta a la súplica humana, sino una expresión espontánea de la naturaleza de Dios. El énfasis en Éxodo 34 está, por tanto, en la soberanía divina: Dios se muestra libre de perdonar y de restaurar a su pueblo, a pesar de la magnitud de su infidelidad.

Los términos del Salmo 51: ἐξαλείφω (exaleiphō), πλένω (plēnō), καθαρίζω (katharizō) y ῥαντίζω (rhantizō)

En el Salmo 51, el discurso cambia notablemente. Aquí no aparece ἀφαιρέω (aphaireō), sino otros términos que el salmista emplea para suplicar el perdón. Estos términos no sólo matizan el sentido del perdón, sino que lo vuelven un proceso relacional y transformador, expresado a través de metáforas de borrado, lavado, purificación y aspersión.

  1. ἐξαλείφω (exaleiphō): “borrar”
    El primer término que aparece (Sal 51:1 LXX 50:1) es ἐξαλείφω, con el que el salmista pide a Dios: “Borra mis transgresiones” (ἐξάλειψον τὰ ἀνομήματά μου). Este verbo sugiere una eliminación total, como si se borrara un escrito de un pergamino. La metáfora apunta a la anulación del registro de la culpa. Mientras que en Éxodo 34 la iniciativa divina es clara y soberana, aquí el salmista pide de manera explícita que Dios interfiera en la historia personal del pecado, tachando el registro del delito. La acción sigue siendo divina, pero el acento recae en la necesidad del hombre de un acto que borre la culpa que lo mancha.

  2. πλένω (plēnō): “lavar”
    En el versículo siguiente (Sal 51:2 LXX 50:2), se emplea πλένω: “Lávame de mi iniquidad” (πλῦνον με ἀπὸ τῆς ἀνομίας μου). Esta imagen remite a la acción de limpiar suciedad incrustada. La culpa no es sólo un acta de cargos (como la metáfora del borrado), sino una mancha que necesita ser tallada y removida. Este verbo enfatiza la profundidad del problema del pecado: no sólo se necesita eliminar el registro, sino también limpiar la esencia misma del individuo. La acción divina, en respuesta a la súplica, lava al pecador desde fuera, indicando que no es algo que el ser humano pueda lograr por sí mismo.

  3. καθαρίζω (katharizō): “purificar”
    En el mismo versículo, el salmista pide: “y de mi pecado purifícame” (καὶ ἀπὸ τῆς ἁμαρτίας μου καθάρισόν με). Mientras πλένω sugiere un lavado externo, καθαρίζω va más allá: implica una transformación integral, la eliminación de todo aquello que contamina el interior. Purificar conlleva la idea de un cambio cualitativo, no sólo legal (como podría ser la eliminación del registro) o superficial (como el quitar una mancha externa), sino un proceso de sanación interna que restaura la integridad del individuo ante Dios. Aquí el salmista reconoce la necesidad de una purificación que llegue a la raíz de su ser.

  4. ῥαντίζω (rhantizō): “rociar”
    En el versículo 7 (LXX 50:7), el salmista añade otra metáfora: “Rocíame con hisopo y seré limpio” (ῥαντιεῖς με ὑσσώπῳ, καὶ καθαρισθήσομαι). La acción de rociar con hisopo remite a los rituales del Antiguo Testamento, donde el hisopo se usaba para purificaciones ceremoniales (Lev 14:4-7; Núm 19:18). Este acto litúrgico simboliza la purificación autorizada por Dios, una restauración a la comunidad de los puros. Aquí la súplica del salmista integra un elemento ritual, no como un medio independiente de perdón, sino como un símbolo de la gracia divina que restablece la santidad del individuo. No es la ceremonia la que perdona, sino Dios actuando por medio de ella como señal visible de la limpieza interior.

Comparando las perspectivas: soberanía divina versus súplica humana

La diferencia central entre Éxodo 34 y el Salmo 51, reflejada en la elección de términos, se plasma en la relación entre Dios y el ser humano ante el pecado. En Éxodo 34, el perdón aparece como un acto soberano de Dios, una declaración de su carácter fiel y compasivo que no depende del clamor del pueblo. El término ἀφαιρέω (aphaireō) refuerza la idea de que es Dios quien retira o levanta el pecado. Allí, la iniciativa divina para perdonar al pueblo tras su traición idólatra surge sin que se mencione una petición formal de Israel. El énfasis recae en la esencia misericordiosa de Dios, que supera incluso las ofensas más graves.

Por el contrario, el Salmo 51 muestra al ser humano consciente de su culpabilidad, suplicando activamente el perdón divino. No aparece ἀφαιρέω, sino una serie de verbos que implican acciones divinas de limpieza, purificación y borrado. Si en Éxodo 34 el perdón se presenta como un atributo innato del carácter de Dios, en el Salmo 51 el perdón se revela como una respuesta a la súplica del pecador arrepentido. Aquí el énfasis se desplaza de la soberanía divina absoluta hacia la interacción dinámica entre Dios y el ser humano. No se trata de que Dios cambie, sino de que la perspectiva del pecador cobra protagonismo.

En otras palabras, el mismo Dios que actúa en Éxodo 34 para remover el pecado de su pueblo sin un pedido explícito, es el Dios al que el salmista se dirige en el Salmo 51, seguro de que sus ruegos no caerán en oídos sordos. La teología del perdón contempla así dos dimensiones: la iniciativa soberana de Dios y la súplica humana que se aferra al carácter divino ya proclamado.

Conexiones teológicas: una sola fuente de perdón en diferentes escenarios

A pesar de sus diferentes énfasis, ambas perspectivas se complementan. En Éxodo 34, la proclamación del carácter de Dios sienta las bases para la esperanza del pecador arrepentido en el futuro. Lo que Dios revela de sí mismo en el Sinaí—su compasión, su fidelidad, su voluntad de quitar el pecado—es la misma realidad que el salmista invoca cuando pide ser borrado, lavado, purificado y rociado.

El salmista, en el Salmo 51, no inventa su teología del perdón de la nada. Él sabe que Dios es misericordioso y compasivo, que “perdona la maldad, la transgresión y el pecado” (Éx 34:7). Con este conocimiento, el salmista formula sus peticiones, confiando en que el mismo Dios que perdonó a Israel tras la idolatría ahora responderá a su clamor personal. Así, la súplica del salmista se asienta en la iniciativa divina ya revelada. El perdón sigue teniendo su origen en Dios, pero el orante se apropia de esa verdad, haciéndola la base de su petición y esperanza.

Dimensión interna y relacional del perdón

Otra conexión teológica surge de la forma en que el Salmo 51 expande el entendimiento del perdón. En Éxodo 34, el énfasis recae en la relación entre Dios y su pueblo como entidad colectiva, con el perdón manifestado en la renovación del pacto y la continuación del plan divino. En el Salmo 51, el foco se centra en la transformación del individuo, la limpieza del corazón, la purificación interna. Esto no contradice la acción soberana de Dios en Éxodo 34, sino que la complementa mostrando que el perdón no sólo es la remoción del pecado a nivel comunitario, sino también la purificación personal y la restauración de una relación íntima con Dios.

Al suplicar el borrado de las transgresiones, el lavado de la iniquidad, la purificación del pecado y el rociado con hisopo, el salmista ilustra que el perdón tiene consecuencias psicológicas y espirituales profundas. Su culpa no se limita a un asunto legal; es una mancha en su ser interior que necesita ser erradicada para que pueda habitar en la presencia divina sin culpa ni vergüenza. Esta dimensión personal del perdón encuentra su razón de ser en el mismo Dios que, en Éxodo 34, mostró su misericordia para con la comunidad. No es un perdón distinto, sino la misma gracia desplegada en el nivel íntimo del corazón humano.

Conclusión

La comparación entre Éxodo 34:6-7 y el Salmo 51, a través de los términos de la LXX, revela aspectos complementarios del perdón divino. Por un lado, Éxodo 34 enfatiza la soberanía y la iniciativa unilateral de Dios al remover el pecado (ἀφαιρέω, aphaireō), mostrando que el perdón es una expresión intrínseca de la naturaleza divina. Por otro, el Salmo 51, con su gama de verbos (ἐξαλείφω, πλένω, καθαρίζω, ῥαντίζω), destaca la perspectiva del pecador arrepentido, quien clama por la intervención divina, reconociendo su dependencia de esa misericordia activa y transformadora.

Ambas imágenes no se oponen, sino que se enriquecen mutuamente. La proclamación soberana del perdón en Éxodo 34 fundamenta la esperanza del salmista en el Salmo 51, mientras que la plegaria del salmista pone de manifiesto la dimensión personal, relacional y transformadora del perdón divino que ya se anticipaba en el carácter misericordioso de Dios. Así, la teología bíblica del perdón se despliega en una armonía entre la acción soberana de Dios y el clamor humano por la limpieza, subrayando siempre que la fuente última del perdón es el Dios fiel, compasivo y lleno de misericordia.


Aspecto

Éxodo 34 (Hebreo)

Éxodo 34 (LXX)

Salmo 51 (Hebreo)

Salmo 51 (LXX)

Pecado: Iniquidad

עָוֹן (ʿāwōn)

ἀνομία (anomia)

עָוֹן (ʿāwōn)

ἀνομία (anomia)

Pecado: Transgresión

פֶּשַׁע (pešaʿ)

ἀδικία (adikia)

פֶּשַׁע (pešaʿ)

ἀδικία (adikia)

Pecado: Pecado

חַטָּאָה (ḥaṭṭāʾāh)

ἁμαρτία (hamartia)

חַטָּאָה (ḥaṭṭāʾāh)

ἁμαρτία (hamartia)

Perdón: Quitar/Borrar

נָשָׂא (nāśāʾ)

ἀφαιρέω (aphaireō)

מָחָה (maḥāh)

ἐξαλείφω (exaleiphō)

Perdón: Lavar

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כָּבַס (kābas)

πλένω (plenō)

Perdón: Purificar

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טָהֵר (ṭāhēr)

καθαρίζω (katharizō)