Cuando era pequeño y consultaba a mi padre sobre el significado de una palabra, él solía responder con otra pregunta:
"¿Dónde encontraste esa palabra?"
Luego, basándose en las palabras circundantes, me explicaba el significado o sentido que la palabra tenía en ese contexto.
Lo que motiva mi análisis es la manera en que mi padre solía enseñarme el significado de las palabras, considerando su contexto. En este sentido, me propongo analizar la expresión "Reino de Dios" o "Reino de los Cielos" a través de su repetición en ciertos pasajes bíblicos.
En Mateo 3:2, encontramos la primera aparición de esta expresión, donde se dice: "...y diciendo: Arrepentíos, porque el reino de los cielos se ha acercado". La segunda vez que se utiliza es en Mateo 4:17, donde Jesús mismo proclama: "Desde entonces comenzó Jesús a predicar, y a decir: Arrepentíos, porque el reino de los cielos se ha acercado". La tercera ocasión es cuando Jesús envía a sus doce discípulos a las "ovejas perdidas de Israel", como se registra en Mateo 10:7: "Y yendo, predicad, diciendo: El reino de los cielos se ha acercado".
Es relevante observar que la expresión "Reino de los Cielos" está intrínsecamente ligada a la palabra "acercado" en estos tres pasajes mencionados. La repetición de esta conexión resalta la importancia del arrepentimiento en relación con la proximidad o llegada de este reino celestial según la enseñanza bíblica.
En general, se suele entender que la expresión "reino de los cielos" se refiere al reino que se establecerá en la tierra cuando Cristo venga a reinar desde Jerusalén. Sin embargo, es importante considerar la distinción que el apóstol Pablo hace con respecto a lo que realmente significa el "Reino". Para ello, me apoyaré en la traducción de los Setenta (LXX) para proporcionar un enfoque contextualizado sobre lo que se debe entender por "el reino de los cielos se ha acercado".
Cuando Juan el Bautista y Jesús hablan de que el reino de los cielos se ha acercado, utilizan la palabra griega "engizo" para "acercado". Esta palabra "engizo" es la misma que aparece en el texto griego de los LXX en Isaías 46:13 para referirse a que lo que está cerca es la Justicia de Dios y su Salvación:
Isaías 46:13: "Haré que se acerque mi justicia, no se alejará; y mi salvación no se detendrá. Y pondré mi salvación en Sión por Israel, mi gloria."
Este mismo patrón se repite en el capítulo 51 de Isaías:
Isaías 51:5: "Cercana está mi justicia, ha salido mi salvación, y mis brazos juzgarán a los pueblos; las islas esperarán en mí, y en mi brazo pondrán su esperanza."
Y también en Isaías 56:
Isaías 56:1: "Así dice Jehová: Guardad derecho, y haced justicia; porque cercana está mi salvación para venir, y mi justicia para ser revelada."
Estos pasajes sugieren que cuando se habla de que el "reino de los cielos se ha acercado", se está haciendo referencia a la proximidad de la Justicia y la Salvación de Dios, según la traducción de los LXX en los libros de Isaías.
Es interesante señalar que en los escritos de Pablo no encontramos referencias al reino que estaba cercano, ya que, desde la perspectiva paulina, el reino ya se había revelado con la manifestación de la justicia de Dios en el Evangelio.
En Romanos 1:16-17, Pablo explica que en el Evangelio se revela la justicia de Dios, que es, al mismo tiempo, el poder de Dios para la salvación.
Romanos 1:17 - “Porque en el evangelio la justicia de Dios se revela…”
En Isaías 56:1, encontramos dos promesas relacionadas con la justicia de Dios y su salvación:
1. La justicia se iba a acercar (engizo).
2. La justicia se iba a revelar (apocalupsus).
Los discursos de Juan el Bautista, de Jesús y de sus discípulos antes de la resurrección de Cristo de entre los muertos explican que los textos proféticos de Isaías, en los que aparecía la expresión “la justicia se ha acercado” (engizo), se estaban cumpliendo en la persona del Cristo Encarnado y que constituían una realidad en ese momento.
En contraste, Pablo, en Romanos 1:16-17, sostiene que la profecía de Isaías 56:1 acerca de la revelación de la justicia de Dios y su salvación ya se había cumplido en la resurrección de Cristo de entre los muertos, un evento al que él se refiere como "mi evangelio".
Es notable que tanto en Isaías 56:1 (en la versión griega de los LXX) como en Romanos 1:16-17, se emplean las siguientes palabras clave:
1. Salvación.
2. Justicia.
3. Revelar.
La porción del texto de Isaías 56:1 adquiere un interés añadido cuando se descubre que la palabra hebrea traducida como "Justicia" (Dikaiosune en griego) en la versión hebrea de las Escrituras es Tsedacá. Sin embargo, en la versión griega de los LXX, se traduce con la palabra griega Eleomosune (Misericordia). Es decir, en la versión de los LXX, lo que se va a revelar es la Misericordia de Dios, mientras que en la versión hebrea, lo que se revelará es la Justicia de Dios. Aunque pueda parecer contradictorio, esto se alinea con el pensamiento de Pablo, quien destaca que Jesús vino como Siervo para manifestar la Fidelidad de Dios a las promesas hechas a los patriarcas, lo que tiene como consecuencia que los gentiles alaben a Dios por su Misericordia (Eleomosune).
Romanos 15:8,9a - "Pues os digo que Cristo Jesús vino a ser siervo de la circuncisión para mostrar la verdad de Dios, para confirmar las promesas hechas a los padres, y para que los gentiles glorifiquen a Dios por su misericordia..."
Así, en el Cristo Encarnado, antes de la resurrección, hablamos de un reino que se ha acercado. Y en el mismo Cristo, pero ahora resucitado, hablamos de un reino que se ha revelado. O expresado de otra manera, en el Cristo Encarnado, antes de la resurrección, hablamos de la Justicia de Dios y de su Salvación que se ha acercado. Y en el mismo Cristo, pero ahora resucitado, hablamos de la Justicia de Dios y de su Salvación que se ha revelado.
Este análisis resalta la conexión intrínseca entre el Reino de Dios y la Justicia, un tema que Pablo explora detalladamente en sus escritos, especialmente en Romanos. La idea de que el Reino consiste en Justicia se alinea con la enseñanza de Jesús sobre buscar primero el Reino y su Justicia. El pasaje de Romanos 14:17 refuerza este concepto al afirmar que el Reino de Dios no se limita a aspectos físicos como comida o bebida, sino que es esencialmente caracterizado por la Justicia, Paz y Gozo en el Espíritu Santo.
La interrelación entre el Reino y la Justicia, subrayada por el salmista en Salmos 45:6 al describir el trono eterno de Dios como un "Cetro de justicia", refuerza la idea de que la naturaleza del Reino está intrínsecamente ligada a la Justicia divina.
Además, hay que destacar la inseparabilidad entre buscar el Reino y su Justicia, según la enseñanza de Jesús en Mateo 6:33, subraya la importancia de entender que la búsqueda del Reino implica naturalmente la búsqueda de la Justicia divina.
La conexión entre la revelación del Reino y la revelación de la Justicia de Dios, como lo destaca Pablo en Romanos 1:16-17, refuerza la idea de que la revelación de la Justicia divina se produce en la resurrección de Cristo, siendo central en lo que él llama "mi evangelio".
Este análisis proporciona una comprensión clara y coherente de la relación vital entre el Reino de Dios y la Justicia divina, basándose en las enseñanzas de Jesús y las explicaciones de Pablo en sus escritos.
Esta observación es muy perspicaz y resalta un aspecto crucial en la comprensión del mensaje cristiano en el contexto del Nuevo Testamento. La ausencia de menciones explícitas de que el "reino de los cielos se ha acercado" en los escritos posteriores a los Evangelios, como en los Hechos o en las cartas de Pablo, sugiere que, desde la perspectiva de estos primeros creyentes, el evento de la revelación del Reino y su Justicia ya había tenido lugar.
La idea planteada concuerda con la enseñanza de Pablo sobre la revelación de la Justicia divina en la resurrección de Cristo, como se expresa en Romanos 1:16-17. Para los primeros seguidores de Jesús, la venida de Cristo, su muerte, su resurrección y su posterior entronización representaron la culminación de las promesas del Antiguo Testamento y la revelación del Reino y su Justicia.
Este enfoque puede entenderse como una transición en el mensaje, pasando de la preparación y anticipación del Reino, como se enfatiza en los Evangelios, a la proclamación de la realidad cumplida de la revelación del Reino a través de la obra de Cristo. En este sentido, los seguidores del primer siglo podrían haber considerado que ya no era necesario resaltar la idea de que el reino se estaba acercando, ya que, según su comprensión, este ya se había manifestado con la venida, muerte, resurrección y entronización de Jesús el Cristo.
En conjunto, el análisis proporciona una valiosa perspectiva sobre la evolución del mensaje del Reino en el pensamiento cristiano primitivo y cómo los eventos cruciales de la vida de Jesús fueron interpretados como la revelación cumplida de ese Reino y su Justicia.