En la teología protestante tradicional, aunque se reconoce la expiación de Cristo como definitiva, se pone un énfasis continuo en la necesidad de confesión y arrepentimiento para mantener la comunión con Dios. Sin embargo, al considerar la expiación de Cristo como un acto que no solo es definitivo sino también completamente transformador, se elimina la necesidad de cualquier tipo de aplicación continua de expiación y se proporciona una seguridad total en la redención y transformación espiritual del creyente. Esta perspectiva está respaldada por múltiples pasajes bíblicos que enfatizan la suficiencia y la efectividad permanente del sacrificio de Cristo.
La Expiación Definitiva en la Biblia
La carta a los Hebreos presenta de manera contundente la expiación de Cristo como un sacrificio definitivo y único: "Porque con una sola ofrenda hizo perfectos para siempre a los santificados" (Hebreos 10:14). Este versículo subraya la eficacia eterna del sacrificio de Cristo, haciendo perfectos a los creyentes de una vez por todas, sin necesidad de sacrificios adicionales.
En Hebreos 9:12, se afirma: "y no por sangre de machos cabríos ni de becerros, sino por su propia sangre, entró una vez para siempre en el Lugar Santísimo, habiendo obtenido eterna redención." La expresión "una vez para siempre" refuerza la idea de que el sacrificio de Cristo es completo y suficiente, logrando una redención eterna que no necesita ser repetida.
Transformación Espiritual Completa
El sacrificio de Cristo no solo proporciona expiación, sino que también produce una transformación espiritual completa en los creyentes. En 2 Corintios 5:17, Pablo declara: "De modo que si alguno está en Cristo, nueva criatura es; las cosas viejas pasaron; he aquí todas son hechas nuevas." Esta nueva creación implica una transformación radical y permanente en la vida del creyente, fruto del sacrificio de Cristo.
Además, en Romanos 6:6-7, Pablo explica: "sabiendo esto, que nuestro viejo hombre fue crucificado juntamente con él, para que el cuerpo del pecado sea destruido, a fin de que no sirvamos más al pecado. Porque el que ha muerto, ha sido justificado del pecado." La crucifixión del "viejo hombre" con Cristo simboliza la destrucción del poder del pecado y la liberación del creyente, indicando una transformación que afecta la esencia misma de su ser.
Seguridad Total en la Redención
La seguridad total en la redención es un tema recurrente en el Nuevo Testamento. En Juan 10:28-29, Jesús promete: "y yo les doy vida eterna; y no perecerán jamás, ni nadie las arrebatará de mi mano. Mi Padre que me las dio, es mayor que todos, y nadie las puede arrebatar de la mano de mi Padre." Esta seguridad no depende de la conducta continua del creyente, sino de la eficacia y suficiencia del sacrificio de Cristo y el poder protector de Dios.
También en Romanos 8:38-39, Pablo escribe: "Por lo cual estoy seguro de que ni la muerte, ni la vida, ni ángeles, ni principados, ni potestades, ni lo presente, ni lo por venir, ni lo alto, ni lo profundo, ni ninguna otra cosa creada nos podrá separar del amor de Dios, que es en Cristo Jesús Señor nuestro." Esta declaración enfatiza que nada puede separar al creyente del amor redentor de Dios en Cristo, reafirmando la seguridad total en la redención lograda por su sacrificio.
La Transformación Continua del Espíritu Santo
Aunque la expiación es definitiva, el Espíritu Santo continúa la obra de transformación en la vida del creyente. En Filipenses 1:6, Pablo expresa esta seguridad: "estando persuadido de esto, que el que comenzó en vosotros la buena obra, la perfeccionará hasta el día de Jesucristo." Esta "buena obra" iniciada por Dios en el creyente es llevada a cabo y perfeccionada por el Espíritu Santo, garantizando una transformación continua y completa.
Además, en Efesios 4:22-24, se nos llama a vivir de acuerdo con nuestra nueva identidad: "En cuanto a la pasada manera de vivir, despojaos del viejo hombre, que está viciado conforme a los deseos engañosos, y renovaos en el espíritu de vuestra mente, y vestíos del nuevo hombre, creado según Dios en la justicia y santidad de la verdad." Esta renovación diaria en el Espíritu es un resultado directo de la expiación transformadora de Cristo.
Conclusión
La expiación de Cristo es un acto definitivo y transformador que elimina la necesidad de cualquier tipo de aplicación continua de expiación y proporciona una seguridad total en la redención y transformación espiritual del creyente. Las Escrituras dejan claro que el sacrificio de Cristo es completo, eficaz y suficiente, logrando una redención eterna y una transformación interna que libera al creyente del poder del pecado. Esta perspectiva nos invita a vivir con la seguridad y la confianza en la obra perfecta de Cristo, sabiendo que su sacrificio ha transformado nuestras vidas y nos ha garantizado una relación continua e inquebrantable con Dios.
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